“Desde que llegué a Cuba sentí que era donde tenía que estar”
Entrevista a René González
Sehwerert, el único de los Cinco cubanos condenados injustamente en
EE.UU. que ha podido regresar a Cuba.
La Habana, 4 de julio, 2013
René,
después de tanto tiempo de hablar, de conversar, de estar al tanto, te
veo, por primera vez personalmente, en La Habana y te veo con mucha
energía, muy bien. Dime ¿ya te aclimataste a Cuba otra vez?
Bueno,
primero gracias por la entrevista y un gusto conocerte personalmente,
porque como dices, habíamos intercambiado innumerables veces, pero era
imposible vernos.
Me ves como me siento, bien, en Cuba, que
es a donde pertenezco, donde debo estar, entre mi gente, entre mi
pueblo, entre mi familia. No sé si aclimatación es el término correcto.
Desde que llegué a Cuba sentí que era donde tenía que estar y claro,
esta etapa es un poco complicada, hay que, obligatoriamente, recorrer el
país, hablar con los colectivos, reunirse con la gente, porque creo que
lo menos que merece el pueblo de Cuba, de parte nuestra, es ese gesto
de agradecimiento.
Por donde quiera que vas caminando
sientes las muestras de cariño, vas por la Habana Vieja, por las calles,
vienen y te saludan, te dan la mano, un abrazo, quieren una fotografía,
alguien que hizo una promesa y la quiere cumplir y se quita los
zapatos, es increíble lo que se siente. Hace poco fui a la Sierra
Maestra y en lo más recóndito, por allá por Las Mercedes, en un
lugarcito, prácticamente en el «fin del mundo», te conocen, conocen a la
familia por sus nombres, identifican a Olguita y todo eso te conmueve,
te obliga. Lo que estamos haciendo en este momento es tratar de pagar un
poco ese cariño. En el recorrido por el país nos reunimos en teatros,
en universidades. Son unos meses complicados, no es una vida común, no
es una vida típica, creo que llegará el momento de aclimatarnos a lo que
se considera una vida normal, pero por ahora estamos en ese proceso.
Pero creo que eso no va a pasar hasta tanto no esté aquí el grupo, o sea, estén Ramón, Fernando, Gerardo, Antonio.
Cuando hablo de una vida normal me
refiero a dedicarme a tiempo completo a generar ideas, a buscar
iniciativas, aunar acciones y aunar voluntades por la libertad de mis
cuatro hermanos y, desde luego, hasta que ellos no regresen, esa va a
ser mi vida, pero en este momento aún no estamos en esa etapa, estamos,
como te digo, conversando con la gente, intercambiando, aprendiendo
también de la gente. Supongo que en un tiempo prudencial, dentro de unos
dos o tres meses ya nos dediquemos al trabajo concreto por la libertad
de ellos y esa para mí, hasta que regresen, lo que otros considerarían
vida normal.
¿Ya empezaste a escribir el
libro con esa gran cantidad de memorias que tienes? A veces sale un
pequeño fragmento en una entrevista, en una conversación, pero todo lo
que pasó en tu vida, desde que te fuiste a Cuba hasta que regresaste,
¿eso va a ser un libro, finalmente?
No he decidido escribir tanto todavía,
puede ser que un día se convierta en un libro, no lo sé, pero hay uno,
que está escrito, que fue el diario del juicio. Por consideraciones
legales siempre se evitó que se publicara, porque se consideraba que
podía ser utilizado en mi contra por los fiscales, pero estando yo aquí
ya ese es un proceso que se va a terminar y algún día saldrá. Tengo en
mente hacer un trabajo más breve con las caricaturas de Gerardo que
formaron parte del libro.
¿Habrá un día una historia
contada por ti, por Gerardo, por Antonio, por Fernando, por Ramón?
¿Crees que un día saldrán esas historias contadas para las futuras
generaciones?
No puedo asegurarlo, pero a los
revolucionarios se nos critica porque hacemos la historia, pero después
no la escribimos, tenemos tantas cosas que hacer que a veces…
El diario está interesante, recoge
aspectos del juicio que nadie conoce, porque es el día a día de lo que
ocurrió, yo lo concebí como un homenaje a Olguita, en realidad es una
carta a Olguita, que empieza con el primer día de la selección del
jurado y recorre todo el juicio.
Las mayores violaciones al debido
proceso, a la legalidad norteamericana, las mayores violaciones, incluso
éticas, que se originaron en el juicio no son muy conocidas, porque por
lo general se pierden dentro de los transcritos, entre las evidencias,
entre las cosas esenciales, pero por ejemplo, cuando un fiscal chantajea
a un testigo y lo amenaza con meterlo preso si testifica por la
defensa, son cosas que se pierden, sobre todo porque la prensa no cubrió
el juicio. Ninguna cubrió el juicio, la de Miami se dedicó a hablar lo
que quería y la de los Estados Unidos lo ignoró. Y esas son las cosas
que se saben si la prensa cubre el juicio: el chantaje a los testigos,
la falta de respeto a las órdenes de la jueza.
A mí me llamó mucho la
atención una entrevista que te hicieron, creo que los muchachos de Radio
Sancti Spíritus y después una declaración de Antonio que se publicó en
Cubadebate que ustedes han tenido una gran delicadeza, un gran cuidado,
un gran tacto. Hubo compañeros de ustedes que por tal de salvar su
libertad, su piel, pactaron con la Fiscalía, mintieron, y realmente
testificaron o colaboraron, sin embargo, en las pocas o escasísimas
veces que ustedes se han referido al tema no lo han hecho con encono ni
con resentimiento. Yo creo que ese es un acto más de grandeza de parte
de ustedes.
Yo creo que es una posición ética, son
personas que hasta un momento fueron compañeros nuestros. Obviamente, su
actitud, después del juicio, no es de alabar, por decirlo en términos
moderados, porque desgraciadamente ―y estas cosas no se conocen, la
gente ve el sistema legal norteamericano a través de las películas y
todo se ve muy bonito y la Defensa se faja y los fiscales pobrecitos,
pero no es así― cuando los fiscales logran quebrar tu voluntad, quebrar
tu dignidad y convertirte en un colaborador, exigen de ti una
humillación que va más allá de lo humano y es triste ver eso. Pero por
otra parte, son personas con familias en Cuba, que no tienen la culpa de
las posiciones que ellos adoptaron, también son personas que, como
nosotros, fueron sometidas a una presión terrible. Uno de los
matrimonios que decidió colaborar tenía una niña de cinco años y, cuando
el arresto ese brutal que se produce, la niña cayó en pánico, tuvo un
ataque de nervios y hubo que llevarla al hospital y son cosas que uno
considera. Bueno, ellos no tuvieron la solidez de principios que tuvimos
nosotros, pero tampoco… Personalmente yo los ignoro.
¿Hasta cuándo la Fiscalía o
el Gobierno siguieron intentando que ustedes se declararan culpables,
que ustedes testificaran lo que ellos querían? Aún estando presos
¿todavía aparecieron propuestas?
La última que me hicieron a mí fue justo antes del juicio, me proponen un trato y me chantajean.
¿Qué te proponen, René?
Ellos me querían sacar del juicio, porque
estaban muy empeñados en que no se hablara de terrorismo allí y es una
cosa interesante, porque este es uno de los pocos, probablemente el
único juicio, en el que la Defensa quiere que toda la evidencia salga a
relucir y la Fiscalía tiene miedo que salga la evidencia. Emplearon
mucho tiempo y energías en tratar que la evidencia relativa al
terrorismo contra Cuba no saliera en el juicio, y se pasaron la mitad
del tiempo tapando evidencias, a través inclusive, de mociones. Llegaron
a poner una moción pidiéndole a la jueza ―por eso te digo que es
importante el silencio de la prensa― que no se mencionara el tema del
terrorismo y tuvieron el descaro de decir en la moción que combatir el
terrorismo era la motivación de los acusados y la motivación no se debe
discutir frente al Jurado. Como parte de eso manipularon toda la
evidencia y me quisieron sacar a mí del juicio. Me proponen, en agosto
de 2000, que me declare culpable de uno de los dos cargos y que a partir
de ahí entraríamos a negociar. Como parte de esa propuesta está el
chantaje. Me chantajean con la situación migratoria de Olguita, en el
último párrafo me dicen: «Este acuerdo no tiene que ver con la situación
migratoria de su esposa», como diciéndome, si quieres negociar esto
puede ser parte de la negociación. Obviamente yo me resistí al chantaje y
fui a juicio. Esa fue la última vez, en concreto, que ellos me
propusieron que colaborara.
Desgraciadamente el sistema judicial
norteamericano está plagado de irregularidades. Ellos siempre tienen la
esperanza que el preso, aunque haya cumplido diez o quince años, termine
colaborando con la Fiscalía, y para eso tienen una disposición que la
gente le llama, de forma coloquial, la ruta 35, que es la Ley 35, que
permite a una persona rebajarse su condena si colabora con la Fiscalía
en cualquier cosa, por ejemplo, tú puedes estar preso y si mañana
alguien ―otro preso― te hace una confesión puedes ir y llamar, te dan
hasta un número de teléfono.
Se ve en las películas.
Sí, sí. Llamas a ese número y si logras
que ese hombre sea convicto de esa confesión que te hizo, te rebajan la
condena y como ellos están tan acostumbrados a que los presos hagan eso
nunca se resignan a la idea que un preso no se quiebre más tarde o más
temprano, esa es una de sus esperanzas.
Estando tú en las
organizaciones contrarrevolucionarias radicadas en Miami,
específicamente en Hermanos al Rescate y en el Movimiento Democracia,
¿le brindaste información al Buró Federal de Investigaciones,
compartiste información con el FBI?
Sí, yo ayudé a desmantelar dos
operaciones de drogas que no fue con esos dos grupos sino que fue con el
PUND, el Partido Unido Nacional Democrático. Ese grupo tomó cierta
prominencia en 1993-1994, hicieron algunas incursiones armadas dentro de
Cuba, inclusive asesinaron a un compañero, a un vecino de Caibarién en
el momento del desembarco, si mal no recuerdo para robarle el automóvil.
Ese era un grupo donde se mezclaba el narcotráfico, tú nunca sabías si
ibas a una operación de narcotráfico o si era una operación contra Cuba y
efectivamente, dos elementos de ese grupo me propusieron tratos de
drogas y colaboré con el FBI en esos dos casos. Ellos fueron detenidos.
También fue una fórmula de cortarle los suministros financieros, el
financiamiento, porque utilizaban las drogas para financiar los grupos y
se usaba también el anticastrismo para la droga, es como un círculo
vicioso, en el que «una mano lava a la otra y las dos lavan la cara».
René, tú has hecho muchas
declaraciones, no quiero que esta entrevista sea extensa, ya en el
tiempo seguiremos hablando. Tu regreso a Cuba me ha traído un problema
personal con mi esposa, porque yo llevo solo cuatro años, camino con
ella y ya no le tomo la mano, y donde quiera que tú sales con Olguita
van tomados de la mano, como novios, ¿cómo es una relación que ha pasado
por tanto, cómo es un vínculo afectivo tan importante, cómo ese amor se
muestra y se ve en cada imagen en que ustedes están?
Bueno, lo primero que te sugiero es que
aproveches y le tomes la mano a tu esposa, y a todos los que estén
casados que lo hagan, porque a veces, olvidamos esos detalles; a lo
mejor a mí, como estuve preso tanto tiempo y separado, ese detalle no se
me ha olvidado.
Olguita se merece todo el amor que yo
pueda darle, ha sido no solo una madre ejemplar, una esposa ejemplar
sino una cubana ejemplar, tiene toda mi admiración y estamos tratando,
dentro de esta vorágine que nos ha impuesto la vida, a mi regreso,
revivir ese amor y seguir siendo los novios que fuimos.
Le vi pinta a René Ignacio, tu nieto, que lo acabo de conocer hoy, pinta de pelotero. ¿Tú crees que será pelotero?
Tendría que salir al bisabuelo.
René, sabes que hay un grupo
de personas que, tanto a través de organizaciones y programas de radio,
bajo gran presión, hemos mantenido una posición firme e inclaudicable,
en el corazón de Miami, y un gran número de cubanos se solidariza con la
libertad de Los Cinco, los respaldan o respetan y otros que se
comprometen tanto como lo hace el pueblo cubano, ¿tienes un mensaje para
los cubanos de Miami, que quieras enviar, que oyen el programa como lo
oías tú?
Voy a hablar de forma más general, porque sé que tu programa lo oyen cubanos de todos los colores, políticamente hablando.
A los que viven de resentimientos, del
odio, que se quiten ese peso de encima, van contra la historia, la
podrán aguantar, detener, podrán entorpecer el desarrollo de la
historia, pero se van a quedar detrás y se van a morir con su
resentimiento y con su odio. Yo me he conmovido ante cubanos que
vinieron en Girón, que al paso de los años regresaron a Cuba de visita y
cuando volvieron a Miami contaban esa experiencia conmovidos y llorando
por la forma en que el pueblo cubano los había acogido, había perdonado
su incursión en Girón y los había recibido como cubanos.
A los que no se han incorporado a nada, a
los que no se meten en la política, yo sé que la mayoría de ellos no
odia a Cuba, quieren mantener relaciones familiares, quieren venir a
Cuba cuando puedan, quieren ser parte del futuro de Cuba. Los políticos
que dicen representarlos no representan a la mayoría de los cubanos de
Miami, sino a un segmento que ha hecho un negocio con el anticastrismo y
que están por su dinero, por su poder político, por sus conexiones. Yo
creo que lo menos que puede hacer un cubano medio de Miami, que quiera a
su familia, es incorporarse e ir a votar y hacer un cambio en Miami. Yo
creo que es importante que algún día los políticos de Miami representen
realmente a la gente y no a un grupo de terroristas y de delincuentes,
que cada vez son menos y que se están muriendo.
Y a los cubanos que sí se han incorporado
a la lucha política por nosotros, y que sabemos que lo hacen en
condiciones muy difíciles, que se requiere de mucho valor, de
arriesgarse, nuestro agradecimiento porque sé que han hecho mucho, que
se han sacrificado mucho, que lo han hecho con mucho entusiasmo y les
debemos recibirlos aquí como ahora te estoy recibiendo a ti, como he
recibido a Max. Nuestro agradecimiento de siempre, profundo. Muchas
gracias por todo lo que han hecho y nuestra admiración.