ROSSI
Tras el bullado
caso de las vinculaciones de Fulvio Rossi con SOQUIMICH (SQM), que él había
negado, hay más que un acto personal de mendacidad y cohecho. Este episodio no
es sino una expresión más de la crisis moral que sacude a la clase política
nacional, incluida la izquierda oficial, supuestamente el sector político contestatario
al orden económico neo-liberal vigente,
según ella, no sólo la fuente de las desigualdades sociales existentes en
Chile, sino también de la corrupción imperante. Que la derecha pida y reciba
plata de SQM para sus campañas
electorales, aunque sea ilegal, no tiene nada de raro, puesto que ella es la autora
y defensora del orden por definición pro- empresarial instaurado en Chile en 1973.
Entonces, no es nada fotogénico que eso lo haga Fulvio
Rossi, senador socialista. Por ello, el Tribunal Supremo (TS) de su partido discute
hoy sanciones en su contra, entre ellas, la expulsión. El Partido Socialista (PS)
ya no es el de los tiempos anteriores al golpe de estado. Había entonces un fuerte
y continuo control interno sobre la ética personal y política de sus
militantes, sobre todo de sus dirigentes y mandatarios. En verdad, de regir hoy
ese celo ético partidario, antes que Rossi, debió ser expulsado del PS, por
ejemplo, Enrique Correa, ex ministro de Aylwin, quien es hoy lobbysta y asesor de
SQM. Tampoco la dirección nacional del PS sancionó a Rossi cuando debió hacerlo
por el bochornoso fiasco de sus “whatsapp,” aunque ya el 9 de junio pasado un
grupo de militantes hizo una presentación formal al TS del partido sobre el
caso exigiendo la expulsión de Rossi. Como el asunto nunca se trató en el TS,
cabe preguntar, ¿por qué sólo ahora el TS se preocupa de Rossi, si ya había
antecedentes sobre su dudoso comportamiento ético? El antiguo PS, además, era fiel
a su declaración de principios (aún vigente) que lo define como un partido revolucionario,
latinoamericanista y anti-imperialista. Pues bien, aunque José Antonio Viera-Gallo
y otros dirigentes del PS, como Rossi, se han sumado a la propaganda de la
minoritaria derecha de Venezuela contra la Revolución socialista en marcha en
ese país latinoamericano, el PS propuso a Viera-Gallo como embajador en
Argentina, y allí está. En fin, en ese ambiente de tan poca consistencia
doctrinaria, para Rossi, individuo audaz y ambicioso, no fue difícil hacer
carrera. Una vez elegido parlamentario, estableció vínculos secretos con SQM, cuyo
dueño es el beneficiario más conspicuo de la dictadura, Julio Ponce Lerou, con
el obvio fin de financiar sus campañas electorales y las de su gente oficiosa local
que trabajarían para mantenerlo en el poder y así seguir ascendiendo en él. Si
sólo fuera Rossi el político de la ex - Concertación que tenía vínculos con Ponce
Lerou, podría justificarse que cayeran sobre él las peores penas del infierno,
pero no es así. El “yernísimo” también ha financiado a un número hasta hoy
indeterminado de políticos del PPD y la DC, además de haber empleado a otros
más. Vale decir, las mega-empresas chilenas compran leyes, como lo prueban, por
ejemplo, los casos Corpesca y Cascadas. Y todo, por supuesto, a espaldas del pueblo.
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