jueves, 8 de octubre de 2015

Cuando la humanidad migraba en masa hacia África

Cuando la humanidad migraba en masa hacia África
El genoma de un hombre que murió en Etiopía hace 4.500 años reconstruye un capítulo olvidado de la historia y demuestra que los africanos sí tienen ADN neandertal
Retorno a la madre África. El cadáver hallado en la cueva de Mota, al sur de Etiopía
El cadáver estaba enterrado en una cueva de las tierras altas de Etiopía, con la cara boca abajo, acurrucado y con las manos juntas bajo la cabeza. Posiblemente le hubieran atado. De todos los rincones de África, este era el más adecuado para conseguir algo que parecía imposible: extraer ADN antiguo en el continente donde los humanos se hicieron humanos. Hasta hace poco este tipo de hazañas científicas que reconstruyen al detalle la historia de nuestra especie solo habían sido posibles allí donde el frío intenso preserva el ADN durante milenios. Pero Etiopía es diferente, porque gran parte del país es una enorme meseta a más de 2.000 metros y no es raro que haya temperaturas bajo cero. Tras hallar el cadáver de aquel hombre en 2011, un equipo de científicos, entre ellos un español, anuncia hoy que han secuenciado todo su ADN, obteniendo así el primer genoma antiguo de un africano.
Los restos indican que este hombre hallado en la cueva de Mota, al sur de Etiopía, vivió hace 4.500 años. Medía 1,58 centímetros y pesaba 55 kilos. Pero lo más importante es que data de una época anterior a un misterioso éxodo humano desde Oriente Medio hasta el Cuerno de África del que apenas se supo hace un año. Esto ha permitido usar su ADN como referencia para compararlo con el de poblaciones africanas actuales.
El éxodo lo protagonizaron descendientes de los mismos pueblos que llevaron la agricultura a Europa hace unos 8.000 años El estudio, publicado hoy en Science, confirma que hubo un gran retorno a la madre África hace unos 3.000 años y que arrastró dos veces más gente de lo que se pensaba anteriormente. “Se trata del mayor movimiento de poblaciones de vuelta a África del que se tiene constancia”, resalta Materia Marcos Gallego, un segoviano que investiga en la Universidad de Cambridge y que es el primer firmante del estudio.
Hasta ahora se sabía que los humanos modernos abandonaron África hace unos 65.000 años para ocupar el resto del planeta. El nuevo trabajo desvela otro movimiento en sentido contrario. Lo protagonizaron descendientes directos de los pueblos que llevaron la agricultura a Europa desde Oriente Medio hace unos 8.000 años. Al parecer, miles de años después, hicieron lo mismo en el Este de África, donde llevaron nuevos cultivos como el trigo o la cebada y también la primera ganadería del continente. Todo esto, de lo que no había ni rastro en los libros de historia, aparece ahora escrito en el ADN.
“Este es el africano más puro que conocemos, aún no muestra la aportación euroasiática que sí vemos en las poblaciones actuales del continente”, explica Gallego. La huella de los euroasiáticos es más fuerte en algunos pueblos del Cuerno de África. Llega a suponer un 47% en las gentes de Tigray, al norte de Etiopía, o un 42% en Sudán del Norte, explica este bioquímico. Pero el estudio demuestra también que los pueblos del oeste y el sur de África, incluidas las poblaciones más ancestrales como los yoruba o los mbuti, cazadores y recolectores de las selvas remotas del Congo, tienen al menos un 5% de ADN euroasiático. Aquella gran migración se expandió por todo el continente, probablemente en varias etapas.
El estudio estima que la llegada de los euroasiáticos supuso en torno al 30% de toda la gente que ya vivía en la zona. No se ha hecho un cálculo en números absolutos, explica Gallego. Las razones que empujaron a esta oleada migratoria son aún un misterio y no se explica por el clima, señalan los autores del estudio. Sí coincide con restos arqueológicos que atestiguan la llegada a la zona de la revolución agrícola y ganadera.
De Cerdeña al Cuerno de África
Una comparación detectivesca del genoma de Mota con el de poblaciones actuales ha determinado el origen de los migrantes con precisión. Sus parientes vivos más cercanos son los sardos, que han permanecido en Cerdeña relativamente ajenos a la mezcla con otros pueblos y son los humanos actuales más parecidos a los primeros pueblos agrícolas de Mesopotamia. Fueron esos pueblos los que trajeron la agricultura a Europa y, tres milenios después, esos mismos euroasiáticos buscaron refugio en África. “Desde el punto de vista genético, eran la misma población que había abandonado Oriente Medio miles de años antes”, ha explicado Eppie Jones, investigadora del Trinity College de Dublín y coautora del estudio. Todo el puzle se ha podido resolver gracias a los ari, una tribu del valle del río Omo de Etiopía que siguen siendo los más cercanos genéticamente al hombre de Mota, aunque ellos sí que tienen genes euroasiáticos.
Al contrario de lo que se pensaba, los africanos sí tienen ADN neandertal
El hombre de Mota era un cazador y recolector y no tenía las variantes genéticas que aportan tolerancia a la lactosa ni otros rasgos característicos de los agricultores euroasiáticos. “No tiene ninguno de los alelos derivados de color de ojos y de piel que se encuentran en las poblaciones euroasiáticas, lo que sugiere que tenía los ojos marrones y la piel oscura”, señala el estudio. Sí tenía ya genes de adaptación a la vida a gran altitud, un rasgo característico de los etíopes actuales.
El trabajo aporta una última sorpresa: al contrario de lo que se pensaba, los africanos sí tienen ADN neandertal. Hasta ahora se sabía que los Homo sapiens y sus primos neandertales tuvieron hijos, un cruce que hizo que todas las personas nacidas fuera de África tengan un 3% más o menos de ADN de la especie extinta. El nuevo trabajo muestra que los euroasiáticos que regresaron a África trajeron de vuelta también parte de ese ADN neandertal. “Ahora sabemos que el porcentaje de ADN neandertal en los africanos es de en torno a un 0,2%”, resalta Gallego.
El hueso más duro del cuerpo
Parte del éxito de este estudio se debe al hueso petroso, uno de los más densos que hay en todo el cuerpo. Los investigadores taladraron esta parte del cráneo que rodea el oído interno y consiguieron rescatar suficiente ADN del polvo resultante, algo que nunca se había logrado hasta ahora usando dientes, la parte del cuerpo más común para estos trabajos. “Este hueso es lo más compacto que hay en el esqueleto y puede aportar entre 50 y 100 veces más ADN que un diente”, resalta Carles Lalueza-Fox, experto en genética de poblaciones que colabora con el equipo firmante del trabajo. Este estudio, señalan los autores, puede ser solo la antesala del análisis de nuevos restos africanos, incluso más antiguos. El único inconveniente es que para llegar al hueso petroso hay que cortar la parte inferior del cráneo, algo que muchos científicos, incluidos los responsables del yacimiento de Atapuerca con los que Lalueza-Fox ha comentado la técnica, no están dispuestos a permitir, explica.
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EL MINISTRO AGUSTIN ROSSI CREARA EL SISTEMA DE ARCHIVOS DE LA DEFENSA
El SAD está destinado a unificar los criterios de conservación y archivo de los documentos de las tres Fuerzas Armadas. Apunta a consolidar y ampliar el trabajo de desclasificación sobre el terrorismo de Estado realizado en los últimos años.
El Ministerio de Defensa alista una resolución que dará vida a lo que denomina Sistema de Archivos de la Defensa. El SAD, impulsado por el ministro Agustín Rossi, está destinado a unificar los criterios de conservación y archivo de los documentos de las tres Fuerzas Armadas y del ministerio que hasta ahora se manejaron con distintos modos de conservación, secreto o destrucción. Pero de cara a las elecciones de octubre, también es una herramienta pensada sobre todo para consolidar y preservar a largo plazo el enorme patrimonio generado por la desclasificación de los archivos del terrorismo de Estado realizado durante estos años. “El Sistema de Archivos de la Defensa –dicen los fundamentos– contribuye a los deberes del Estado Argentino en la promoción, respeto y garantía de los derechos humanos incluido el derecho a la Verdad, a la Justicia y a la reparación que permitieron asegurar las garantías de un estado democrático para las generaciones actuales y futuras.”
Stella Segado es directora de Derechos Humanos del ministerio. Estuvo a cargo del diseño de esta resolución que será presentada oficialmente el 14 y 15 de octubre en un seminario del que participarán otras agencias del Estado, encargadas durante estos años del inédito trabajo en desclasificación de los archivos de la dictadura. El balance de estos años abarca desde las resistencias de los militares a abrir sus archivos, en especial de la Armada, que hasta ocultó una habitación con documentos como el legajo adulterado de Alfredo Astiz. Hasta lo que sucedió con la desclasificación de los últimos documentos sobrela guerra de Malvinas. “Es increíble y revolucionario”, dice Segado cuando menciona que el personal del archivo del Ejército tomó clases en el Archivo General de la Nación estimulado por Defensa. Y allí llevaron para hacer como trabajo práctico los documentos secretos de Malvinas. Sabiendo que era un material sensible, lo inventariaron. Cuando llegó el ministerio a analizarlo luego de la desclasificación ordenada por Cristina Kirchner, el trabajo que en otra época hubiera requerido empezar de cero, estaba casi completo.
De las jornadas que se realizarán el 14 y 15 de octubre participarán, entre otros organismos e instituciones que trabajan con archivos vinculados a la dictadura, la Comisión Nacional de Valores y el Archivo provincial de la Memoria a cargo de los documentos ex Dipba. “La idea es mostrar cómo se trabajó el derecho a la Verdad que fue transversal en toda la administración pública. Qué hizo cada uno. Y todos nos fuimos cruzando y trabajando en conjunto”, dice Segado.
–¿Cuál es el balance después de todos estos años?
–El trabajo en archivos no sólo arrancó con nosotros. Cuando llegamos había un equipo con una dinámica diferente que buscaba documentación para los juicios. Empezaban a entender que era necesario explicar de qué trataban esos documentos. Empezaron a elaborar informes. Cuando llegué, profundizamos el trabajo sobre documentación porque estaba sin ningún criterio. Por una cuestión de guarda había que aplicar criterios archivísticos. Comprometimos a la misma gente de las Fuerzas Armadas. La gente del Ejército que trabajaba en los archivos fue a capacitarse al Archivo General de la Nación. Todos hicieron cursos de archivo. De a poco empezaron a contratar conservadores. A tener otro criterio. Al principio con resistencias y luego descubrieron que les facilitaba la tarea. Esa tarea bastante invisible hacia afuera se convirtió en muchos documentos que se hicieron públicos. Detrás estuvo este proceso increíble, si uno piensa que pasó dentro de las Fuerzas Armadas. Por ejemplo, que vaya gente uniformada a tomar un curso de cómo se guarda un documento al Archivo General de la Nación. O que empiecen a ver que la historia también se cuenta cuidando los documentos. Las Fuerzas Armadas acompañaron todo el proceso histórico de nuestro país. Los 200 años de historia, pero no había una concepción de cuidado de los documentos que eran los que contenían los hechos históricos. Tenías un legajo de un soldado de 15 años de 1817 al lado de un personal retirado en 2000. Había que entender qué es lo histórico y qué no.
–¿Cree que hubo un cambio en serio?
–Se fueron modificando las resistencias. Y en serio. Por ejemplo, la Armada no tenía un departamento histórico. Y no quería tenerlo. Discutimos. Ellos tenían sus propios investigadores y con eso era suficiente. Armar un archivo dentro del departamento histórico fue meternos en Casa Amarilla. Hacer que se trasforme en un archivo. Y vos vas ahora y no lo podés creer: porque pasaron de ‘no queremos un archivo’, a tener uno con conservadores, mesas de lectura increíbles que ellos mismos compraron. Hubo muchísimos cambios. Pero hay resistencias en otras cosas. Creo que va llevar mucho tiempo. Tenemos que entender que todavía muchos tuvieron contacto con gente que hoy está siendo enjuiciada. Fueron sus superiores. Todavía se juega una cuestión de lealtad mal entendida. Pero dentro de la disciplina militar uno tiene que comprender que se sienten como obligados a ese superior. Es complejo. Nos falta atravesar una generación, para estar en contacto con militares que no hayan tenido contacto con ellos. Pero así y todo está, hay cosas como Malvinas.
El lunes, Página/12 dio cuenta de archivos desclasificados sobre la guerra de Malvinas que aportan nuevas pruebas sobre los tormentos sufridos por los soldados argentinos manos de sus superiores. La información fue enviada a la fiscalía federal de Río Grande y servirá para imputar a ocho militares.
“Cuando llegamos a la última documentación que se desclasificó –cuenta Segado– ya estaba toda inventariada. Dentro de su curso de capacitación en el Archivo Gnereal de la Nación, el Ejército llevó como tarea práctica hacer el inventario de Malvinas. Hizo ese trabajo antes de que pudiéramos desclasificarlo. Hicieron un inventario como correspondía, desde la lógica archivística. Es decir que cuando llegamos a desclasificar, ya estaba hecho más de la mitad. Que era lo más importante. Nosotros hicimos el análisis documental, pero lo otro ya estaba. Cuando lo contás, no sé si logra transmitir la dimensión de lo que tiene, pero los que tuvimos que atravesarlo decimos: ¡uh, mira todo lo que hemos hecho! Sabían que era un material sensible.”
El archivo histórico del Ejército está a cargo del militar Fernando Di Palmo. El año pasado se encontraron o recibieron una documentación de Riccheri, cartas de fin del siglo XIX. “Cuando fuimos –da otro ejemplo la funcionaria– primera escena: encontré un equipo de conservación trabajando con los documentos. Quedamos en trabajar en conjunto. Fue gente a inventariar y digitalizar, porque la conservación la están haciendo ellos con un equipo que contrató Ejército. Al comienzo creíamos que no íbamos a poder avanzar más allá de lo que hiciera Defensa, pero las tres Fuerzas tienen ahora conservadores, archiveros y se dan cuenta que es necesario.”
–¿Cómo se protege el largo plazo?
–En ese largo camino empezamos a pensar que era necesario un cierre. Por eso, surgió la idea de poner la mirada en lo reglamentario para que hacia adelante se pudiera trabajar con esos parámetros de archivo y conservación. Trabajamos en lo que se va a llamar el SAD, que tiene un antecedente en España. El agregado militar argentino nos mandó información y empezamos a estudiar la reglamentación. Hicimos un SAD argentino.
Hasta ahora cada Fuerza se manejaba con criterios propios y distintos en cuanto a qué se conserva. La nueva reglamentación dejará sin efecto los reglamentos que ordenaban el tema: plazos de guarda; qué tipo de documentación se guarda y cuál; cuál es histórica; qué es secreto, qué se puede mostrar, en qué condiciones, quién tiene interés legítimo y quién no. Habrá una Junta de Clasificación que decidirá qué cosas se tiran y qué no. Estará formada por integrantes de las Fuerzas Armadas y el ministerio de Defensa. la composición se definirá en las próxima gestión y saldrá por resolución ministerial.
–¿Qué opinaron los militares del SAD? Otra vez, ¿hubo resistencias?
–Venimos trabajando con ellos a la par. Ellos nos van diciendo qué se les complica. Mucha documentación de lesa humanidad que se pide ya no existe. No existe porque hubo distintos mecanismos para que se fuera destruyendo. Más allá de que hubo intención, también estaba escrito que había que hacerlo. Por ejemplo, de nuevo el tema Malvinas. Había una directiva de (Cristino) Nicolaides que decía: esta documentación es secreta. Todos los casos de violación a los derechos humanos –no lo decía de esta forma– van a ser tratados como cuestiones disciplinarias. Así, a una persona que había torturado le daban cinco días de arresto. Después, esa documentación fue clasificada como secreta. Y no hubo manera de hacerla pública, ni usarla en los juicios porque era secreta. Hubo que desclasificarla. Todo eso va a estar regulado. Nos pareció importante que los archivos de las Fuerzas Armadas sean como cualquier otro archivo, que estén dentro de la ley del Archivos General de la Nación. Y dentro del SAD va a estar el archivo central del ministerio de Defensa, que hasta hoy no existe.
–¿Será digital?
–No. Por supuesto va a estar la digitalización, pero como una herramienta más. Para nosotros es importante la guarda del documento físico. Por supuesto la herramienta digital sirve también como resguardo del papel. Va a estar en los parámetros de cualquier otro archivo. Obviamente, hay que pensar en presupuestos. Si es necesario, en otros edificios. En muchos casos, los archivos funcionan en lugares no aptos para archivos. El papel pesa, no puede estar en pisos muy superiores y tampoco en un subsuelo. Se necesita una planta baja y hasta un primer piso. Nos pasó cuando se derrumbó una parte del edificio Cóndor por la guarda del papel. Se humedece y pesa más. Pero sí, es realmente revolucionario pensar los archivos de la Fuerzas Armadas que tienen documentación histórica como archivos y no como depósitos de papel y eso ya te cambia la mirada.
–¿Recuerda alguna imagen de los archivos cuando los encontraron?
–Todos los documentos estaban apilados de distintas maneras. Por ahí, había un criterio topológico. Vos preguntabas, ¿en este lugar está tal cosa? Y decían: en el segundo estante lo vas a encontrar. O encontrabas pila de documentos atados con hilo sisal. No estaban en cajas. La Armada guardaba en cajas de madera, viejísimas. Como eran de madera parecía que conservaban bien el papel, pero era una cantidad de documentación tal en cada caja que no entraban tantos documentos. Había muy pocas cajas. Y cuando se terminaron, guardaron con papel madera. Bultos y bultos y bultos que no se sabía ni lo que había adentro porque les había llegado así y así lo guardaron. El criterio era que el dueño del material era quien lo depositaba. Si lo depositaba Bahía Blanca, el de allá perdía el control con la distancia y el de acá no podía meter mano porque no era dueño. Eso hubo que modificarlo.
–¿Qué queda pendiente?
–Si tuviera que decir qué faltó, me hubiese encantado hacer un trabajo en el Mercorsur con los archivos. Argentina es el único lugar de la región dónde un ministerio entró en los archivos de las Fuerzas Armadas. Estoy convencida de que un legajo uruguayo se debe leer igual que uno brasileño porque nuestros Ejércitos se formaron con las mismas escuelas. Creo que hay que meterse con las historias de las Fuerzas Armadas. No llegamos nosotros, pero creo que éstas son las cosas que hay que marcar para no ir para atrás, sino para adelante.

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